Juanjo llevaba
mucho tiempo dando clase a jóvenes de entre 16 y 18 años. Procuraba siempre que
podía que en su clase los zagales no sólo aprendiesen las asignaturas que
estaban establecidas sino que adquiriesen valores a través del humor, esos que
tanto se habían perdido y que eran la base sobre la que se debería levantar la
sociedad. Le encantaba ver las caras de asombro de aquellos adolescentes cuando
les hablaba de estructuras textuales, de deíxis, de anáforas, de morfemas, de
literatura… cuando les enseñaba el valor de la palabra, de las opiniones
ajenas, de la información veraz. Aquel día era un día especial, era el último
día de clase y para ese día les tenía reservado un cuento de despedida. El
cuento, les dijo, es el Cuento de la
Soñadora. Y comienza así...
En la Tribu de
la Montaña había una Soñadora, y cada año, en el equinoccio de verano, se
reunía con toda su tribu en torno a una gran hoguera. Cuando llegaba la noche
la Soñadora empezaba a danzar en torno al fuego. Aquel año la noche era oscura,
iluminada tan sólo por el resplandor de la hoguera, una hoguera que parecía un
gran corazón que latía al ritmo de los tambores.
La Soñadora
empezó con su danza. Sus movimientos rápidos al principio se volvieron poco a
poco más lentos y armoniosos, era como si hubiera conectado con una melodía que
procedía de algún lugar del espacio. Después de un tiempo la Soñadora se sentó.
De sus ojos, que permanecían cerrados, empezaron a brotar lágrimas. Su cara se
llenó de dolor y de sus labios empezaron a salir estas palabras…
“Veo mucho dolor, veo jóvenes que caminan
sin rumbo, van deprisa, muy deprisa, algunos van inconscientes, otros buscan
algo pero en realidad no saben qué. Veo ancianos que están solos, en sus caras
está dibujada la tristeza porque ya nadie les escucha ni valora su sabiduría. Veo
un pueblo que camina sin ilusión, un pueblo que no sabe soñar.”
Y un grito
lleno de dolor salió de la soñadora:
“Pero, ¿qué será de los hombres si se
olvidan de soñar?... Se convertirán en muertos vivientes, serán zombis que
caminarán por la vida sin rumbo, sin objetivos, sin metas. Porque los sueños
son como cuerdas que se lanzan al futuro para luego, a través de ellas, poder
ascender a él. Los sueños condicionan las vidas y hacen que cada uno se
convierta en aquello que desea ser. Y es que cada día, cada segundo de la
existencia de una persona, está llena de pequeños e importantes sueños, sueños
que forman parte de otro gran sueño, el sueño que está oculto en el interior de
cada uno y que para descubrirlo hay que entrar dentro, en lo más profundo de
uno mismo. El Sueño contiene escrito lo que cada uno desea ser, lo que quiere
realizar y el sentido que quiere dar a su vida. A través del Sueño se llega a
la mente, al espacio donde todo nace, donde no existe el tiempo ni las
limitaciones, donde se crea el destino, donde surge la consciencia. Y es que en
el Sueño está el poder, el poder que cada uno posee, su voluntad, su capacidad.
Sólo quien conecte con su Sueño podrá dar sentido a su vida y nada ni nadie le
harán cambiar.”
La Soñadora se
quedó en silencio. Luego, su cara se iluminó, se levantó y comenzó a danzar en
torno al fuego sagrado y dirigiéndose hacia él le dijo...
“No podemos permitir que el hombre pierda la
capacidad de soñar, de volar, de ser libre a pesar de esta sociedad corrupta e
injusta. El Sueño está fuera del tiempo y ningún poder humano es superior a él.
He visto el futuro, un futuro en el que existe mucho dolor porque el hombre no
sabe soñar, pero si el hombre no sabe soñar despierto por lo menos que sueñe
dormido para que así, a través de esos sueños, pueda llegar hasta él el
recuerdo, el conocimiento de lo que ha perdido y también de los deseos que hay
en su interior. Será un poco más difícil porque tendrá que aprender a separar
en sus sueños lo útil de lo inútil, pero por lo menos no dejará de soñar.”
Y así fue como
la Soñadora hizo un pacto con el Fuego, un pacto a través del cual el hombre no
se olvidaría nunca de soñar (fin)
Ahora ya
sabéis -les dijo Juanjo a sus alumnos- lo importante que es que nunca dejéis de
soñar. Dentro de poco -prosiguió- os iréis de vacaciones, no tendréis que estar
preocupados por los exámenes ni por los deberes, así que disponéis de tiempo,
un tiempo precioso para vosotros, para pasarlo bien, para conocer nuevas
personas, para vivir aventuras, pero sobre todo, para que aprendáis a soñar.
Juanjo les dio
las gracias porque durante un largo periodo de su vida compartió con sus hijos
muchas vidas. Juanjo nunca ha sabido separar la vida académica de su propia
vida por eso se emociona en su casa mientras hace la cena recordando a sus
alumnos, por eso sufre con ellos más allá de las horas lectivas. Tiene pinta de
pasota, pero no lo es. Su vida es su colegio, su vida son sus muchachos.
No cambiéis
queridos pollos, espero que hayáis aprendido algo conmigo, espero que no os
hayáis sentido mal por mi culpa, perdonadme. Y ya sabéis que si necesitáis algo
(que no sea dinero) podéis contar conmigo. Siempre vuestro…
Juan
José Gavilán Carbonell
Profesor
Muchisimas gracias por el material, ojala todos los profesores se lo tomaran tan enserio. Mis más sinceras enhorabuenas!
ResponderEliminarDe nada Andrea. Muchas gracias a ti por el mensaje. Suerte en las PAU. Si necesitas algo no dudes en pedírmelo y haré lo posible por ayudarte.
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